
Journal Journal: La vista gorda
Al considerar los señalamientos de tránsito como meras sugerencias, el Bobby se pasó tres altos, rompió todos los límites de velocidad y con una vuelta cerrada que provocó un rechinido de llantas, estacionó su lujoso automóvil en el cine.
-Te dije que íbamos a llegar a tiempo -le dijo a su novia.
-Yo estaba lista desde hace horas -respondió ella, acomodándose el peinado-, de seguro pasaste tarde por mí para manejar en friega, como si no te conociera.
-Ya pues -contestó desganado-, ahora bájate rápido o no alcanzamos la función.
Al bajar del automóvil, los abordó alguien que siempre pone a Bobby de mal humor.
-Se lo cuidamos, se lo cuidamos -dijo el sujeto de gorra.
-Este carro se cuida solo! -respondió el Bobby.
Para demostrar su punto, presionó un botón de llavero. Dos pitidos indicaron que la alarma se había activado.
-Está bien -dijo el cuidador de autos-, yo nomás decía. Hay muchos ratas por ahí.
Y de un fuerte jalón, el Bobby condujo a su novia al interior del cine. A prudente distancia le dijo:
-Estos cabrones nomás quieren bajarnos feria. Tú crees que cuidan?
-De algo han de servir.
El Bobby hizo una mueca como diciendo "tú no entiendes nada" e inmediatamente después se topó con su segundo disgusto de la tarde.
-Hay un chingo de fila! -exclamó.
-Te dije que nos viniéramos temprano.
No tuvieron más remedio que esperar y esperar para comprar sus boletos. Al llegar a la taquilla, después de media hora, ya había pasado la función que querían, y la siguiente estaba llena.
-Cómo que no hay? -gritó el Bobby, con las manos en la cintura.
-Lo sentimos mucho, señor -respondió la muchacha-. Es un estreno muy esperado. La siguiente función es dentro de una hora y media.
-Y ustedes creen que tengo todo el tiempo del mundo?
-Lo sentimos, pero la sala se llenó.
-Cuál es la película más próxima?
-"El tigre y sus amigos felices", a las siete veinte.
El Bobby dió un golpe en el mostrador.
-Ni modo. Dame dos boletos para esa, pues.
El Bobby volvió a jalar a su novia, ahora hasta la sala, no sin antes aventarle los boletos al muchacho de la entrada. Media hora después, ya estaban de nuevo en el estacionamiento.
-Pinche película gacha. Fue un robo!
-Era una película para niños, qué esperabas?
-Y ni siquiera quisieron regresarnos el dinero, pinches marros.
Se detuvo en seco.
-Aquí estacioné el carro verdad? -le preguntó a su novia.
-Yo qué sé? Ni me acuerdo.
El Bobby miró el espacio vacío, buscando su automóvil rojo, esperando con cara de lelo a que se materializara de la nada. No se veía cerca. Presionó el botón de su llavero, sin resultados.
-Estoy seguro de que aquí lo estacioné -dijo para sí.
El espacio vacío, señal inequívoca de que el auto había sido robado, hizo que el Bobby pasara del desconcierto a la incredulidad, y después a la ira. Se imaginó a los ladrones riendo a todo pulmón, burlándose de él, mientras se alejaban a toda velocidad con su amado compañero de carreras y muchas otras aventuras.
Con furia arremetió contra el cuidador de autos que había ofrecido sus servicios.
-Qué pasó con mi carro? -le gritó.
-Cuál era?
-Uno rojo que estaba aquí!
-El que se cuida solo?
-No te hagas güey, donde está?
-La verdad no lo sé, no puse nada de atención. Pensé que estaba bien protegido, qué no tenía alarma?
-Mira pendejo, tú me lo vas a pagar. Era del año, no tienes ni idea de cuanto cuesta un carro así. Te metiste en un broncón!
El cuidacarros le señaló al Bobby un letrero en lo alto: "No nos hacemos responsables por la pérdida o daño total o parcial de su vehículo".
-Esto se va a saber! -gritó el Bobby, rojo del coraje- No tienes idea de con quién te metiste! Neta, güey!
Su novia se retiró hasta perder de vista el pleito, marcó un número en su celular y pidió un taxi.